viernes, 24 de febrero de 2012

El legado del tsunami japonés sigue presente en el Pacífico

Cerca de un año después del tsunami en Japón que dañó la planta nuclear de Fukushima, las consecuencias del desastre siguen presentes en el Océano Pacífico.
Cuando el agua se retiró de la costa, toneladas de escombros, barcos y vehículos fueron arrastrados hacia el mar y siguen flotando en el océano.
Escombros tras el tsunami en Kesennuma City
"Utilizamos modelos computarizados para proyectar los futuros movimientos de estos escombros", señaló Jan Hafner, experto del IPRC.Expertos del Centro Internacional de Investigaciones del Pacífico, IPRC por sus siglas en inglés, que tiene sede en Hawaii, han venido monitoreando el desplazamiento de estos restos y presentaron sus conclusiones esta semana al encuentro bianual Ocean Sciences, en Salt Lake City.
"Hasta ahora, estos restos se han esparcido unas dos mil millas náuticas en longitud y más de mil millas náuticas en ancho", dijo Hafner a la BBC.
Estamos hablando de una superficie de 4000 kilómetros por 2000 kilómetros.
Las autoridades japonesas estiman que el terremoto y el tsunami posterior el 11 de marzo produjeron unos 20 millones de toneladas de escombros.
La mayor parte de estos restos permaneció en tierra, pero es posible según expertos que al menos un millón de toneladas siga flotando en el océano.

Desplazamiento

Uno de los principales factores que influye el desplazamiento de los escombros en el mar es la corriente Kuroshio, el equivalente para el Pacífico Norte de la corriente del Golfo en el Atlántico.
Monitoreo de organismos marinos El IPRC, que ya venía estudiando el desplazamiento de basura en el océano, está produciendo actualmente predicciones diarias, incorporando datos sobre vientos y nivel del mar aportados por satélites.
La información es extremadamente valiosa para la navegación, ya que los escombros pueden representar una seria amenaza de colisión para los buques.
Otra de las instituciones que tiene un interés vital en el movimiento de la basura producida por el tsunami es el parque marino conocido como Monumento Nacional Papahanaumokuakea, que incluye varias islas y atolones de Hawaii.
Se trata de un área de extraordinaria belleza natural, que alberga muchas especies en peligro.
Los modelos del IPRC indican hasta ahora que la mayor parte de los escombros pasará al norte del parque.
"Sin embargo, las corrientes han cambiado y esperamos actualizar nuestros informes en breve", advirtió Hafner.
Es posible también que los escombros lleguen a la costa oeste de Estados Unidos en un año o dos, pero se espera que sólo arribe un porcentaje menor de la masa flotante.
En última instancia, el IPRC prevee que al menos el 95% de los escombros que no se hayan hundido acaben incorporándose a la gran masa de basura flotante atrapada por la corriente circular del Pacífico Norte conocida como el giro o gyre del Pacífico Norte.
A lo largo de un período prolongado parte de la basura podría descomponerse o hundirse, pero la gran preocupación para las organizaciones de conservación son los fragmentos pequeños, a veces diminutos, de plástico, que pueden ser ingeridos por los organismos marinos.

Radioactividad

Por otra parte, científicos de la Institución Oceanográfica Woods Hole, WHOI por sus siglas en inglés, en Massachusetts, informaron esta semana en el mismo encuentro en Salt Lake City que detectaron elementos radioactivos de la planta de Fukushima en el mar y en organismos marinos a 600 kms de la costa japonesa.
Sin embargo, los científicos resaltan que la radioactividad natural del agua de mar supera lo registrado en las muestras.
Recolección de muestras de organismos marinos tras el tsunamiLos datos fueron recolectados por una expedición de WHOI en junio de 2011.
"El hecho de que podamos medir la radioactividad no significa que los niveles representen un riesgo", señaló Ken Buesseler, de WHOI.
"Los niveles de radioactividad que encontramos no representan un riesgo significativo para la salud humana, ni siquiera cuando se consumen productos marinos de estas áreas", agregó Buesseler.
Los datos fueron recolectados por una expedición en la que participaron expertos de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y España, para verificar en forma independiente los datos divulgados por las autoridades japonesas y por Tepco, la compañía propietaria de la planta en Fukushima.
Entre los elementos detectados se encuentran cesio 137 y cesio 134, en registros de entre tres y 4.000 becquereles por metro cúbico.
Los investigadores aclaran, sin embargo, que sólo se les permitió tomar muestras a distancias superiores a los 30 kms desde la costa.
Lo que parece quedar claro, según los expertos, es que a casi un año del desastre de Fukushima, los niveles de radioactividad en el agua marina no están declinando con la rapidez esperada.
"El sitio del reactor parece seguir con pérdidas, no ha sido sellado totalmente y los niveles de radioactividad cerca de la costa podrían ser suficientes como para que los productos pesqueros en esa área se consideren no adecuados para el consume humano", dijo Buesseler.

Precipitaciones

El Servicio Geológico de Estados Unidos, U.S. Geological Survey, USGS, también divulgó datos esta semana, señalando que elementos radioactivos de Fukushima fueron detectados en cantidades mínimas en precipitaciones en territorio estadounidense en cerca de 20% de los 167 sitios donde se recogieron muestras.
Los niveles medidos son similares a los registrados días después del desastre y se encuentran según los expertos muy por debajo de los niveles considerados riesgosos para la salud humana.
"La desafortunada pesadilla nuclear de Japón nos da la oportunidad de poner a prueba nuestro sistema de monitoreo de partículas radioactivas", dijo Marcia McNutt, geofísica y directora del USGS.
Los científicos detectaron la presencia de Yodo 131, Cesio 134 y Cesio 137.
El USGS es la agencia responsable de detectar la presencia de partículas radioactivas, dentro del programa conocido como NADP,National Atmospheric Deposition Program, una red de monitoreo establecida originalmente en la década del 70 para medir la lluvia ácida y que tiene su sede en la Universidad de Illinois.

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