"La situación en el Pacífico Norte puede ser muy variable. Nos sorprendió mucho encontrar un patrón y un incremento tan notables y tan claros", dijo la científica a la BBC."No esperábamos encontrar algo así", dijo Miriam Goldstein, una de las investigadoras.
Insecto inesperado
El plástico que no se hunde es lentamente degradado y fragmentado por la acción del sol y las olas, dando lugar a múltiples trozos del tamaño de una uña o menores.
Una de las grandes preocupaciones de los científicos es que este micromaterial sea ingerido por organismos marinos.
Pero los investigadores de Scripps constataron otra consecuencia inesperada.
Los fragmentos hacen más fácil que un insecto marino, Halobates sericeus, ponga huevos en el océano.
Estos insectos necesitan una "plataforma" para realizar esta tarea. En general depositan sus huevos sobre las plumas de las aves marinas o trozos de roca pómez. Pero el insecto se está beneficiando claramente de las superficies ofrecidas por los millones de trozos de plástico en el Pacífico.
Los científicos encontraron un vínculo entre la presencia de Halobates y el microplástico que no resultaba evidente hace 40 años.
"Pensamos que habría menos Halobates por un posible efecto tóxico del plástico. Pero ocurrió lo contrario. En las áreas con más plástico se encontraba también la mayor cantidad de insectos", dijo Goldstein a la BBC.
"Obviamente se están congregando en torno del plástico, depositando sus huevos sobre este material. Todo este plástico le ha resultado muy útil a los insectos".
Plástico en el estómago
La acumulación de residuos plásticos en el Pacífico Norte es un problema cada vez más preocupante.
La circulación natural del agua en esa zona del océano, conocida como el Giro o Remolino del Pacífico Norte o North Pacific Gyre tiende a concentrar la basura en islas flotantes. En el noreste del Pacífico puede verse una de estas concentraciones entre Hawaii y California.
Un estudio anterior de otros científicos de Scripps mostró que el 9% de los peces recogidos en la misma expedición Seaplex tenían fragmentos de plástico en el estómago.
Esa investigacion, publicada en Marine Ecology Progress Series, estimó que los peces en profundidades intermedias en el Pacífico Norte podrían ingerir entre 12.000 y 24.000 toneladas de plástico cada año.
Cambios inquietantes
La abundancia de basura influirá el éxito o fracaso de las llamadas comunidades balseras, especies que se han adaptado a vivir sobre o en torno a objetos flotantes en el mar, como ciertos cangrejos y percebes o crustáceos e incluso peces que prefieren vivir bajo algún tipo de protección.
Los investigadores estiman que la presencia de plástico es tan masiva que podría afectar también a los organismos marinos más diminutos.
Estos percebes o crustáceos colonizaron un trozo de cuerda.
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