viernes, 7 de octubre de 2011

Muere Steve Jobs, fundador de Apple

Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple y figura imprescindible para entender la evolución de la tecnología en las últimas décadas, ha fallecido esta noche a los 56 años, según ha anunciado la compañía.
El revolucionario del garaje, el gurú que ha obsesionado a una generación de jóvenes y ha cambiado la manera de llamar, leer el periódico y hacer fotos, ya es un mito.
La empresa anunció la muerte de su fundador, pero no informó sobre las causas. Jobs se retiró oficialmente a finales de agosto después de varios años de liderazgo intermitente por un cáncer de páncreas, que convirtió incluso en un motivo de inspiración.



Jobs, visionario, detallista, trabajador, pero también egocéntrico y gritón, se resistía a abandonar la empresa a la que se dedicó con atención minuciosa, pero el último año había tenido que resignarse a estar ausente. Llevaba ocho meses de baja oficial desde enero y apenas aparecía por el campus de la empresa. Tras su dimisión como consejero delegado, aún prometía asesorar sobre las estrategias de futuro, con su halo especial.
Steve Jobs está considerado el impulsor del éxito de Apple y el autor intelectual de los productos que llevaron a lo más alto a la compañía, entre ellos el teléfono móvil iPhone, el reproductor de músicaiPod o la tableta iPad.
En 1976 fundó la compañía junto a Steve Wozniak y Ronald Wayne, y jugó un papel fundamental en la revolución de los ordenadores personales. En 1985 fue expulsado de la empresa, lo que provocó una caída en los ingresos de Apple, que se revirtió sólo con su regreso en 1996.
Cuando Jobs fue recontratado como jefe ejecutivo de Apple revitalizó la compañía con el iMac, un colorido ordenador de una pieza. Delineó una estrategia para convertir a los productos de Apple en el centro de un estilo de vida digital que estaba emergiendo.
Este verano, Apple sobrepasó a Exxon como la empresa con mayor capitalización del mundo, unas tres veces Telefónica, la mayor española. Cuando salió a bolsa en 1980 una acción costaba, según su precio ajustado, lo que hoy serían unos dos euros. Ahora cada una vale más de 280 (377 dólares).

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